30 octubre 2006


Por estos lados, y a esta misma hora, hemos hablado infinidad de veces acerca de hechos fortuitos y aparentemente inofensivos, que cambian dramáticamente una historia. Historias que uno, en el colmo de la culpa, puede creer que se hubieran evitado simplemente quedándose en su casa. O bien, en otros casos, que hubieran tenido un desenlace feliz con sólo articular una palabra. Nadie podría probar, salvo que cuente con la máquina del tiempo, semejante teoría. El tiempo no se puede rebobinar, ni podemos darle pausa y play a la historia, por lo que los dados caen una vez y para siempre. Entonces, el probar distintos métodos para conseguir una sola cosa, digamos un amor, nos llevará por otros caminos donde adquiriremos más experiencia, conoceremos mejor a esa otra persona, y tal vez, algún día, ganemos lo que tanto ansiamos, pero será de la mano del tiempo que transcurre, y no por la repetición de un momento, un instante, que se consumió hace mucho, y en el que sin dudas, éramos muy distintos a lo que podemos ser el día del logro final. Días atrás, estaba leyendo una historia corta, que resume la idea que quería contarles. No es lo que precisamente se espera como un final feliz, pero lo es, a su manera. Y todo nace de una palabra dicha en el momento adecuado. *Había una vez un prícipe perdidamente enamorado de una joven. Luego de cortejarla por un tiempo, no pudo callar más sus sentimientos hacia ella y le dijo: "Quieres casarte conmigo?", a lo que la joven contestó, con un seco y rotundo "NO!". El príncipe se amargó unos días, hasta que se le pasó, y vivió feliz, por muchos años, saliendo de juerga con sus amigos, tomando todo lo que encontraba, revolcándose con cuanta mujer se cruzara por su vida, jugando al fútbol, al paddle, y dejando la toalla tirada en el baño después de ducharse, el dentífrico destapado, lavando los platos cuando no quedaban más por ensuciar, y colorín colorado...

Saber de Más


Cada vez hay más proliferación de gente que ve el futuro. Más allá de la veracidad o no de esto, se hace notorio a través de series de tele, documentales y peliculas, que la cantidad de quienes decir poseer ese don es cada vez mayor. No me pondría a discutir el tema, pero he notado que todos tienen una característica, son torturados por este don. Lo aceptan, pero dan a entender que de poder elegir, no lo tendrían. Allá ellos. Los que estamos lejos de saber que nos sucederá, incluso, en el próximo instante, ansiamos tener ese don. El de la anticipación a los hechos, el poder acabar con incertidumbres que molestan. Hace años, en un programa de televisión que me gusta, hubo un sketch entre un recientemente fallecido, a punto de entrar en otra vida, y su ángel de la guarda. Luego de largas consideraciones, el diálogo desemboca en que el ángel de la guarda, al haber acompañado siempre al difunto, sabía absolutamente todo lo que su protegido había hecho en vida. Incluso, para que su tarea de guarda fuera mejor, conocía todo lo que sucedía alrededor de este hombre. De manera que, para satisfacer esa curiosidad tan humana, le pregunta al ángel de la guarda, qué mujeres habían estado enamoradas de él sin que lo supiera. De algunas sospechó, de otras se asombró y con una se llevó una gran sorpresa. Preguntó que tan cerca estuvo de ser rico. Le contestó el ángel "a 50 cm, exactamente. Recordás aquella vez que quisiste ir de vacaciones a alguna playa inhóspita, y llevaste a toda tu familia a Centro América?, durante horas, tomaste sol sobre un cofre pirata lleno de monedas de oro y reliquias precolombinas..., sólo había que escarbar 50 cm de arena..."

En fin, estoy muy seguro que nuestras dudas sobre el futuro se refieren a estas dos que les acabo de contar. Las que mueven al mundo, le dan condimento a lo cotidiano y sazonan cualquier novela de tele que se cae en el rating: sexo & poder. No importa en que variante o con que grado de pureza mezclemos estos componentes, cada vez que haya uno de ellos involucrados, habrá intriga, riesgo, vértigo, adrenalina, culpa y, si todo sale bien, gloria. Entonces, como no querer adelantarnos?. A primera vista, no hay dudas de lo tentador que suena. Pero sospecho que luego, puede tornarse una molestia, para acabar siendo la tortura que prohibe cualquier disfrute, desde el más nimio hasta el más grandioso. Por eso, el lema de hoy bien podría ser: No pregunte, si no se banca la respuesta.

Lunes

29 octubre 2006


El lunes tiene una carga negativa muy particular. Se la damos entre todos, es una convención aceptada casi universalmente, el comenzar una dieta el lunes. O dejar el cigarrillo. Nunca el primer día del mes, que puede caer jueves, y está claro, un jueves no puede comenzar nada.
Para las cuestiones laborales, el lunes suele ser un día clave. Es el día donde confluye todo lo que se pospone (pasá el lunes, el lunes te pago, el Sr. se fue y vuelve el lunes...) El lunes volvemos a la rutina, y encima le descargamos todo lo que sobró o no quisimos cargar la semana anterior, por eso, es lógico que sea un día indeseable. Mis lunes los encaro con el talonario de números pegado a la frente. Saque número y diga todo lo que tiene que decir, no se guarde nada. En cada bolsillo del pantalón llevo algo para pasar el mal trago. Un pañuelo para lágrimas (ajenas), un puñado de paciencia, un rollito de resignación de lunes (que nunca falte) y una bolsita de esperanza lejana (la ración necesaria para llegar hasta el viernes). Hay otros métodos para comenzar el calvario. Luego de un fin de semana salvaje, agotador, hay quienes el lunes se encienden en "Modo a prueba de fallos", con las funciones básicas y esenciales, y no les pidan que cabeceen... Están los que el lunes funcionan con la señal de ajuste, como los canales de tele, y recién el martes vuelven a la programación. Y, si. Hay otros. Esos que el lunes están felices, sospechosamente alegres de volver a la rutina, totalmente desafinados con la sinfonía general, cantando su melodía a contramano del mundo. Es una especie particular, que camina entre nosotros. Son los que nos hacen sentir que las obligaciones no les pesan, que las recompensas sólo llegan luego del arduo sacrificio diario, y al fin y al cabo, los que hacen de su existencia el ejemplo viviente de que "hemos venido a este mundo a sufrir, hostias!". Tal vez sea cierto, quizás hemos venido hasta aquí a sufrir todo lo que un ser humano, en cuerpo y alma, puede sufrir. Y todo eso, si sucede, se da en un sólo día. Un eterno e inagotable lunes.

Credulidad

27 octubre 2006


Adoro comprar fantasías. Mi costado infantil sobrevive sin problemas cuando oigo una promesa, incluso aquellas que me dejan un regusto de sospecha. Inmediatamente trato de despejar los nubarrones, para vivir esa ilusión. He notado, por ejemplo, como compartiendo una película o una serie en la tele, mis ocasionales compañeros van perdiendo la credulidad con distintos hechos, pero yo sigo manteniendo ese mínimo nivel de fé que se precisa para continuar con el espectáculo. Supongo que debe venir escrito en la receta de uno mismo, para bien o para mal. Pero está claro que para disfrutar de una ficción artística, uno debe "comprar" esa ilusión, esa historia que nos narran. En cuantos casos uno conoce todos los clichés, los lugares comunes de una novela, y sin embargo, le baja la persiana a la realidad, a la experiencia propia, y decide embarcarse en un imposible, sólo por el gusto de disfutar unos instantes por día?. Me pregunto, está mal eso, trasladado a la vida?. A nuestras vidas, a lo cotidiano de lunes a domingo?. Comprar una situación, una realidad que no es tal a los ojos de otros, por el placer de escaparse un rato a lugares que de otra manera no se podrían visitar?. Digo, invitándolos a hurgar en sus memorias, están seguros de no haberlo hecho alguna vez? Hay un tango, que no recuerdo por el nombre, pero tiene una frase textual que dice "sin esa mentira no puedo vivir". Sin llegar a ese nivel de dolorosa verdad, sino dejándolo en un nivel más inofensivo, cuantas mentiras nos hacen de muleta mientras pasamos momentos no muy gratos. Y cuantas fantasías más nos harán cruzar oceános mientras no le vemos una mancha al horizonte. De eso se trata, y para eso sirve esa credulidad de la que te hablo. Para que sigas creyendo que aquí trabaja una gallega conmigo, la cual, sabemos todos, está muy buena, y además, para que alimentes tu inocente mentira cotidiana. Uno, por crédulo nomás, puede seguir soñando que algún día se cumplirá.

Sin deseo

26 octubre 2006


Soy el pozo adonde van a parar tus sobras. Soy la oreja que absorbe tus palabras y la mente que procesa tus dramas. Soy la obligada solución de tus problemas, el análisis calmo de tus tormentas.
Soy. Y sin deseo. El frío para la calma de tu ardor. Pero nunca seré calor. Por que no deseo.
Soy el perpetuo y oscuro cortejo en tu puerta, el rancio hedor de la muerte, que ronda tus sentidos. Sólo me queda vacío para darte. Y te conforma.

Envidiable

24 octubre 2006


Confieso que desconozco la naturaleza femenina en muchísimos aspectos. Honestamente he hecho esfuerzos por alcanzar ese grado de sabiduría que tenemos vedado la inmensa mayoría de los hombres. No pertenezco al pelotón de denostadores de la inteligencia femenina, muy por el contrario. Me encuentro en un grupo pequeño, reducido, de varones que respetan lo que sospechan es, una capacidad totalmente diferente de percibir las realidades a su alrededor. Quienes prestan atención a las reacciones de una mujer, les resulta evidente que ven donde nosotros no vemos. Muchas veces, con una simple mirada o un saludo desganado, son capaces de hacer un diagnóstico certero y concluyente de una persona, y no duden, señores, que el tiempo, inexorablemente les dará la razón. La innata capacidad para desentrañar una mentira, es algo que aún me produce asombro. No sé que nos miran, que secreto descubrieron del hombre, que hace que ante algunas miradas femeninas, quedemos desnudos, despojados, y con frío. Asimismo, tanta habilidades que juegan a favor, a veces pueden volverse en su contra. Nada mejor para un hombre, si está en duda acerca de las intenciones de una mujer, que recurrir a otra para acabar con el interrogante. Incluso, cuantas veces hemos tenido la oportunidad, hombres al fin, de comprobar cuan cierto era cuando una novia o esposa nos decía "para mi que fulana te quiere bajar la caña". "No viste como te mira?". "Mirá la guacha como se quiere hacer notar delante tuyo...". Qué amigo hombre sería capaz de hacernos ver eso?, eh?.
Párrafo aparte, merece la capacidad asombrosa de ocultar una verdad y taparla con una mentira. Cuando una mujer nos permite asomar a ese mundo, caemos en cuan sofisticados nos creemos para armar el entramado de un engaño. Nos creemos ingenieros de la mentira, arquitectos de una ficción que, para sostenerla, precisamos de cinco amigos, un portero, y dos parientes, y ellas, en el colmo de la simplicidad, se bastan a si mismas para engañarnos. Una sola mujer y su mirada. Alcanza y sobra.
Para el resto, los que subestiman o ningunean estas aptitudes, les queda seguir de espaldas a una realidad que los podría golpear en cualquier momento. Aunque más no sea, por curiosidad, observen amigos. Y estén atentos.


No sé si hoy es el día adecuado. El cuerpo pide. La mente requiere. La relación consume. El trabajo exige, y nadie da nada. Llamé al 0800-mestanconsumiendo, pero dio ocupado. Me acerqué a averiguar si había algún plan social nuevo para los que se quedan sin ganas de dar, pero no tuve respuestas. Mientras tanto, las preguntas me seguían comiendo el hígado. Sintonicé mi programa preferido de pastores, pero estaban muy ocupados con el diablo, y en querer echarlo. Cambié, yo ya no pretendo sacarlo, convivimos bastante bien. Puse "calma" en el google, pero me da la dirección de un complejo hotelero. Muy útil, pero mis complejos gozan de buena salud, están rebosantes y tan fuertes, que curarlos sería mutilarme. Entonces, me pregunto, que es lo que me falta?. Hoy, sin faltas, busco en la agenda, que seguro ahi tengo la solución a mi pedido, mi requerimiento, mi exigencia, mi consumo personal, mi deuda, la que todavía no pagué, pero gustoso lo haría.

Mi Herida

22 octubre 2006


Cuánto más durará el período de cicatrización?. Realmente, estoy desconcertado. Heridas se sufren muchas en la vida. Hay de las que precisan desinfección y sutura. Otras, simplemente desaparecen por obra del tiempo. En algunas vemos como operan a favor los primeros auxilios (una ayuda externa nunca viene mal), y en ocasiones, la herida se cura de soledad absoluta, borrándose totalmente por no darle trascendencia. Probar, creo que hay probar de todo. Pero me preocupa, decía, porque al verla veo que no evoluciona para bien, sino todo lo contrario. Hoy me levanté, y noté con sorpresa que el estado pasaba de aspecto preocupante, a desesperante. Compruebo que el método de ignorarla no funciona. Doler?, no, ya estoy acostumbrado. Tengo buenos anestesiantes, pero el problema es mi escencia, que me lleva a hacerme adicto a la sensación de alivio. Por eso, en este momento dudo en discernir que me duele más, si la herida o la falta de anestesia. Como si fuera poco, es lunes. Entonces se me ocurrió probar una solución distinta a todas las otras. Luego de prestarme a prácticas dolorosas, a tratar de cicatrizarla con remedios caseros, y de burlar a mi incredulidad con alguna que otra bruja, decidí encarar el tema desde otro ángulo. Así que señoras y señores, aquí les muestro y comparto mi herida.

El Momento Que Odio

18 octubre 2006



Ya sé. Es la hora. Detesto este momento. El momento en que desemboca todo. Donde se acaba el placer, se escurre el presente, y en el mejor de los casos, se vuelve recuerdo. Es el comienzo del fin, es cuando se acelera mi tiempo (no sé el tuyo, y eso lo detesto más aún) , la certeza de lo inexorable se me presenta patente, y lo impostergable se hace tangible. Cada día que pasa lo sufro más, porque me anticipo a este cuadro, empiezo a vivirlo antes, a padecerlo y a permitir que me invada el estremecimiento de saberme solo. Otra vez.
Y mientras, la pausa es eterna. El río de palabras y sentidos fluye en silencio. Hasta que el tiempo se pone en marcha, y comienza a recobrar los sonidos familiares, el aire vuelve a ser lo que recordaba que era, y estoy, nuevamente, a los pies de la montaña. Te juro que hemos recorrido miles de lugares, de los que ninguno conocíamos. Pisamos descalzos todos los caminos, pero dudo que te hayan quedado huellas. Presiento que debo guardar el recuerdo solo, para los dos. Nada más que para contarte, mañana, hasta donde llegamos.

Futurología Barata

17 octubre 2006


Decía un tipo, no recuerdo si era Borges o el gallego del bar, que la sustancia del tiempo es el pasado. Si, es lo que le da contenido, el tiempo que ya pasó. El futuro es algo que no está, se adivina, se prevée o se teme. Pero aún está allá. Y nosotros acá, en el presente, que se escurre rapido y ya es otra cosa. Es natural del hombre pretender conocer más que el resto. Ser el poseedor de una verdad oculta, tener la primicia sobre cualquier asunto, por más vano que sea, o conocer antes que nadie el hecho que torcerá la historia. Todo esto, es producto del interés de desafiar al tiempo, de anticiparnos a lo que vendrá. No viene al caso, pero las leedoras de borra de café proliferan, al igual que los adivinadores de cartas y demás "profesionales" del ramo. Retornos de maridos, enamoramientos súbitos de mujeres que hasta hace 10 minutos nos escupían un ojo, nada les resulta imposible. Todo a realizarse en un plazo tan razonable como es el futuro. Que es lo que queremos asegurarnos, sin duda, y deseamos que sea tangible, suave y aterciopelado. Nosotros, tan luego nosotros, que seguimos regalando el tiempo donde se construye el futuro. Si me permiten simplicar groseramente hechos complejos, y vaticinar algo del futuro, podría arriesgar lo siguiente: por estar profundamente relacionados con la esencia del hombre, y porque cuando existe una necesidad para satisfacer, hay alguien dispuesto a calmarla a cambio de dinero y cierto desprestigio, puedo afirmar que siempre habrá en el mundo, tal como lo conocemos, prostitutas y adivinos. Son los únicos llamados a perdurar, porque ofrecen lo que ningún robot o programa podrá ofrecer jamás. La falsa sensacion de alivio sustentada por una mentira, que de antemano ya conocemos, pero nos hacemos los distraídos sólo para calmarnos por un rato.

La Imagen

16 octubre 2006


Maldito invento. Casi tan viejo como la humanidad, y fruto del deseo de conocernos por nosotros mismos, es de los raros inventos que traspasaron épocas y funcionan del mismo modo desde hace miles de años. No importa el material del que esté hecho, su tarea siempre será la misma. Silencioso, certero, impiadoso, este objeto, a veces humilde, a veces suntuoso, realiza su labor de idéntica manera. Egipcios, griegos y romanos sucumbieron a la vanidad de su uso, y nada ha cambiado para quien busca en él, hoy, una respuesta, una sugerencia, o una negativa a una realidad que quiere ocultar. No falta en ninguna casa, y es a quien primero acudimos al comienzo del día. Sin embargo, de tan útil, se convierte en verdadera obsesión para algunos, que pretenden adivinar en él algo que no dice, o peor y más patético aún, es la porción de humanidad que cree engañarle con los artilugios más variados. Pero nadie es capaz de mentirle, ni siquiera por un instante. Y nuestro problema reside en creerle o no lo que dice. Hay un costado nuestro, muy humano, propenso a creer lo inverosímil y dudar de lo palpable. Hay otras maneras, mas saludables de saber las verdades que buscamos en este objeto, pero no son las más prácticas. Es cierto que buscarnos a nosotros mismos en los demás es una tarea difícil y seguramente, interminable, pero lo que vamos a recoger tendrá sin dudas más valor. Tengo la teoría que una descripción bastante acertada de lo que somos, la tienen los que nos rodean. Incompleta, tal vez de a retazos, pero sirve para armar un rompecabezas con nuestra imagen, la que proyectamos en los que comparten nuestra vida. Claro, si a las 7 de la mañana, luego de lavarte los dientes, querés peinarte, siempre será mejor confiarle al espejo el resultado del peinado. Pero, para cualquier evaluación de uno mismo, ese juicio de valor que de tanto en tanto hacemos de nosotros y nos pone depresivos o eufóricos, mi humilde sugerencia es dejárselo a los que nos quieren, que siempre veran más allá. Ese pedazo de vidrio podrá ser fidedigno, pero yo detesto las opiniones absolutas.

No Soy Yo

11 octubre 2006


Esta vez es cierto. No sos vos, soy yo. Disculpá. Disculpá al animal instintivo que llevo dentro. Él es el que estuvo con vos ayer, es el que te dijo que lo llevabas a lugares que jamás pisó, el que te juró que ansiaba, como el aire mismo, amanecer despierto con vos. Amaneció, pero junto a otra oferta que encontró en el camino, y lamento decirte que no sé cuando volverá. Yo?, no... yo intentaría, pero... el deseo no es voluntad, y la voluntad no es deseo. Ah!, ahora no lo intentes vos con lágrimas, no soy yo el que se impresiona y acongoja con llantos ajenos. Ese es otro, que hoy tampoco está. Si, mala suerte la tuya, hoy soy yo el que está de turno...

Desde Arriba

10 octubre 2006



Es miércoles. Otra vez masticando, rumiando la idea. Y otra vez diciéndome que no.
Pienso, la pienso, la veo. Me sudan las manos. El corazón golpea casi en la garganta.
Miedo?, miedo yo?. Si, seguro... Seguro que si.
De todas las veces que casi más, esta es la que siento que no lo domino.
Me gusta y disfruto no dominar ni la situación ni la sensación.
Esta vez tiene que ser. No sentir vergüenza. Dejar que se me incendie la cara cuando la vea, pero decirle todo, de una buena vez. Y no dejar nada. Que no quede una palabra ni una sílaba sin expresar, sin pronunciar. Y que por fin sea. Que sea lo que tiene que ser. A morir consumido por las llamas o a agonizar en el más indiferente de los fríos, pero que salga todo lo que hoy tengo acá.
Hoy decidí subir a lo más alto, para caer o para quedarme mirando el mundo desde arriba, desde donde lo miran los que se tomaron el riesgo y vivieron para contarlo.

Uno

06 octubre 2006


Volvió del laburo. Prendió la tele y comenzó a hurgar heladera, cajones y alacena en busca de algo para comer. Ahora se sienta a mirar lo que le ofrecen, manso. Dos bailando. Cambia. Dos anunciando noticias. Cambia. Dos diciendo taradeces. Cambia. Dos besándose. Huye. Él solo.
Mira el celular, aún prendido. Mensajes, ninguno, llamadas perdidas, cero, llamadas recibidas, nunca. Lo apaga. Más que una comodidad, ese teléfono le recuerda su lugar en el mapa del mundo.
Lo más cercano al afecto son las facturas del cable, con el encabezado "Estimado Señor Cliente".
De fondo, la tele reproduce una publicidad de fajas reductoras, mientras en su cabeza resuenan los pasos que se alejan por el zaguán de la casa. La puerta que se cierra. El silencio. El inagotable silencio que, hace un año ya, sigue haciendo ruido en su interior. Y la catarata de sucesos se desata como todas las noches, inalterable. Habitación, fotos viejas, cama inmensa, angustia seca de lágrimas y dormirse a la espera de un regreso que se ahoga con el despertador, a las 7 de la mañana.

La Teoría del "Hubiera Sido Hermoso"


Nunca pensaron por qué están parados donde están, y no en otro lado, en otra circunstancia?. Que cadena de hechos, que sucesión de casualidades los depositaron ahí?. Miren a su alrededor. Palpen lo que ven. Es lo que consiguieron, con mucho o con poco. Es lo que imaginaron hace 5 años, por ejemplo?, es como se ven dentro de 10?. El sábado, A, por equivocación, chocó con B. Charlaron, se conocieron. Dentro de dos semanas se volverán a encontrar. A considerará la posibilidad de comenzar algo con B. B, ya rompió con C porque A le gustó y decidió jugar sus fichas ahi. C quedará solo, llorando en un rincon, pero se le acercará F para consolar y el consuelo sabemos todos como termina en la mayoria de los casos. A y B descubrirán que nacieron el uno para el otro, y serán felices. Mientras, C y F comenzarán una linda relación, que con el tiempo se pondrá tormentosa y se llenará de dramas que evacuarán en terapia de familia. Luego, en ambos casos, el devenir del tiempo y las cosas, traerá hijos al mundo, algunos profesionales, otros artistas, otros frustrados, alguno chorro, y lo que la vida suele deparar. Si me siguieron hasta acá, se habrán dado cuenta la posibilidad que abre o cierra algo totalmente fortuito como chocarse con alguien, y las consecuencias inimagimables que puede desatar. Un contraejemplo, muy bonito y para pensar, es el que una vez supo escribir, no recuerdo si era Borges o el gallego del Bar. Luego lo escuché plagiado por otro tipo, pero no viene al caso. Carlos espera el colectivo para el trabajo, como todos los dias, en la misma esquina. En eso, pasa Laura, apurada, pensando lo tarde que va a llegar a su destino. Olvidó el reloj en su casa. Carlos la mira y sigue pendiente del micro. Laura frena y lo busca con la mirada. Le pregunta la hora a Carlos. Carlos, casi sin mirar, le responde, más atento a lo suyo, "las 7 menos cuarto". Laura le agradece sin mirarlo, apura el paso y da vuelta a la esquina. Desaparece. Él sube al omnibus. Fin. El destino hizo todo para acercarlos, los puso en el espacio y el tiempo. Y ellos, sin querer o saber, deshecharon la oportunidad de hallarse y darse por enterados de que eran el uno para el otro. Y como es obvio, el mundo siguió, para ambos, tan gris como lo conocían. Conclusión: Nunca, pero nunca, apaguen el radar. Podría ser nefasto o maravilloso.

Debilidad

05 octubre 2006



Creo que mis debilidades me definen mejor que mis virtudes. No puedo encarar cada mañana, cada día que comienzo, pensando en ser virtuoso. O en explorar y engrandecer alguna virtud. Sí me hallo más propenso a darle a mis flaquezas el espacio que se merecen . Porque piden, y mucho. Requieren de mí atención, tiempo, pero me reportan placer casi inmediato. Es cierto, en algún momento del día, me topo cara a cara con algo o alguien que me pide lo que no quiero dar. Lo que se supone debería, pero no tengo en los planes inmediatos. Postergo, en base al gusto de mis debilidades, un sinfín de acciones, actos y conductas que deben esperar. Así espera una lista larga de cosas, que sea feriado, que sea principio de mes, que llegue fin de año, que no llueva, que llueva, y en el peor de los casos, que se me cante. Una frase con destino de cuadro, es la que usaban los Who, "muy viejos para el rock'n'roll, muy jóvenes para morir". A esta altura, cuando ya estoy lejos de Gandhi, San Martín o Platón, reinvindico la perseverancia en las debilidades naturales. Hasta aquí llegamos así? Nos fue muy mal? No?, ok, sigamos. Nada personal con quienes decidieron un día virar el barco y enfilar hacia el paraíso, con los que ya están reservando un buen par de alas, el camisón blanco y la aureola para la estampita. Al contrario, los reconozco necesarios para contrastar con nosotros, los que aún buscamos algo más vertiginoso que un cambio de dieta, los que disfrutamos de la zozobra de las cosas que no manejamos. Vuelvo a lo mío. La debilidad nos define más a nosotros mismos, que la fortaleza para reprimir el instinto. Y, en muchos casos, es lo que quedará de nosotros. Lo que recordarán. Si en la batalla diaria que se da dentro nuestro, entre el costado virtuoso y el vicioso (de alguna manera debo llamarlo...) siempre hay empates, tendremos asegurado nuestro lugar en el limbo de la mediocridad. Condena y gris eterno. Entonces, desde aquí, alentamos a buscar la victoria, para un bando o el otro, pero que sea triunfo claro y rotundo. Nada de firmar empates o especular tirando la bola afuera. Ganar de modo rutilante, aunque más no sea para que cuando nos recuerden, siempre aflore esa frase tan nuestra: Ja! el negro...flor de hijo de mil era...

¿Cómo catzo?

03 octubre 2006


Cuándo ponerle freno los intentos de conseguir lo inconseguible?
Cuándo dejar de tirar centros, que uno a uno, son rechazados?
Cuándo la tenacidad se convierte en tozudez, y la tozudez en ceguera, lisa y llanamente?
Cuándo sacar el pie del acelerador?

Cómo adivinar que esta vez NO es NO?
Cómo saber cuál es el momento adecuado para cambiar la táctica?
Cómo se calma el dolor de cabeza después de golpearla repetidamente contra la misma pared?

Por qué es tan delgada la línea que separa la perseverancia de la obstinación?
Por qué se parecen tanto pasión y obsesión?
Por qué el mejor sueño siempre se corta en el mejor momento?