Cuando el Sol

06 junio 2007


No sé como llegamos hasta aquí. Lo sospecho, pero no lo puedo explicar. Porque las palabras las usamos pero explicar otros arribos, otras llegadas a paisajes tan tristes como éste, pero... cuando gastamos las frases, quemamos un perdón sobre otro y persistimos en desenrrollar más promesas, los sentidos se empapan de nuestra propia anestesia. El tacto se me adormeció. Perdí la encantadora fascinación de sospechar tu aroma y, cuánto más creés que el tiempo se va a dejar torcer el brazo?.

Después de dejar todas las luces encendidas, todas las señales, luego de lanzar la última bengala para que se la trague el mar de la oscuridad más negra, se acostó. Se acostó justo cuando una bandada de gorriones ya cantaban cerca de la ventana, que le traslucía un par de rayos del día.

Poniendo a trabajar con fuerza esta mente, no recuerdo días en los que el corazón no quisiera parar. Días en los que no deseara que el viento amontonara lejos toda la sucesión de amables excusas que siempre nos dijimos para no llegar al precipicio. Y méritos para caer no nos faltan, ni ahorramos siquiera el cinismo para disfrazar la culpa como destino.

En apenas unos instantes, saltó de la cama. Encendió el fuego y atento buscaba oír el silbido de la pava. Cuando estuvo listo el mate, ya todos los sonidos del día inundaban la cocina. Los engranajes comenzaron a rodar, y sin querer, ya estaba en marcha la sucesión de hechos que sin duda, lo depositarían en el punto de partida. Como todas las noches. Como todos los días.


Militante del Amor (Breves Momentos de Duda)

04 junio 2007


Para mi amigo, el tema se ha convertido en cuestión de vida o muerte. Me dijo que sentía que tenía algo dentro de él que gobernaba su comportamiento. Como esto pinta para largo, comienzo a imaginar una vía de escape.

Lo mato, Negro, te juro que lo mato, me dice Machín, necesitado de descargar el container de bronca. En este caso, como en tantos otros, se ve que la cara de repositorio de todo lo malo que le sucede a mis amigos, no me queda mal.

Decime, nunca sentiste esa bronca que te come por dentro, porque querés manejar una situación y no podés?
Siempre, le digo. Es casi constante, no sé si es normal, pero para mí es común.
Claro, no sos de gran ayuda...dice pausando la confesión, hasta que arranca de nuevo.
Siento como cuando quiero largar el faso..., pasa una hora, y vuelve la idea fija "quiero fumar, quiero fumar". Y busco algo que me lleve la mente hacia otro lugar, pero luego de unos minutos vuelve. Me imagino prendiendo el cigarrillo, o me encuentro haciendo algo que siempre hacía mientras fumaba, entendés?
Si, claro, le digo. Y dejaste el faso?
No, Negro, no. Cuando no querés escuchar, cerrás la llave de paso, eh?, no te estoy hablando de eso. Quiero dejar otra cosa.
Ah, ahora si te entiendo, a mi nunca me lo contaste, pero algo me habían dicho...
De qué? Qué te dijeron? Quién?

No, nada, está bien..., si no me lo contaste, no quiero obligarte ni mucho menos.

Qué? Qué decís? Yo nunca te oculté nada! Al contrario, siempre fuiste el amigo que puso la oreja antes que nadie, cómo voy a ocultarte algo?
No sigas, Machín, no hace falta. Además, para cada amigo, hay un secreto y lo comprendo. Debe ser así. (Ahí, reconozco que lo dejé duro).
Esperá, no termino de comprender, (respira hondo y trata de juntar el ovillo de la conversación), vos me decís que hay algo que no conté, que te enteraste por otro lado y pensás que yo se lo confesé a otro pero te lo oculto a vos?
Más o menos por ahí anda la cosa... le digo como para embarrarle la cancha y de paso, enredarle más aún la charla.
Negro, me sorprende lo que me decís, porque lo que yo espero de vos, si hay un tema que querés hablar de mí o de algo que te contaron, es que me vengas de frente. Es lo mínimo... Claro, le digo poniendo tono firme de voz, eso mismo pienso yo...y abro el celular aunque no tenga nada que atender.
Ya está desconcertado, pensando y revolviendo pensamientos. Lo saqué del tema, y su confesión, que sé por donde viene, pasó a un segundo plano, y ya casi se olvida de por qué quería hablar conmigo. Machín tiene la desorientación en la cara.
Lo miro fijo, y le tiro: Vos sabés que podés contar conmigo para lo que quieras. Me incluyas o no en tus secretos, el Negro va a estar siempre. Recordalo. Ahora me tengo que ir, pero en cuanto me precises, avisá.
Machín, callado y desconcertado, me saluda con la cabeza.
Cuando me voy, le pregunto: No estarás cansándote de tu novia, no? Bueh, cualquier cosa, me llamás después, eh?.

Le hice un favor. Le saqué la mina de la cabeza por un rato. Aunque más no sea, esta noche va a pensar en otra cosa, y con suerte, se le termina de enfriar el tema de estar tan enganchado con ella. Al final, si los amigos no estamos para ayudar, para qué estamos?.