Rara belleza

28 marzo 2007


Era de una belleza extraña. No, no me malinterpretes. No era fea. Si, ya sé, siempre solemos hablar con vueltas y piruetas, pero esta vez no. Era verdaderamente linda. Tenía el rostro que uno mira y quiere seguir mirando, porque descubre curvas, sombras, lugares suaves, costados con carácter. Y no puedo explicarte si en el trance de seguir descubriendo esa cara, te miraba. Una mirada serena posada en uno cuando se está en la exploración de la belleza... Tenía una nariz muy perceptible, de trazo firme, que no se desdibujaba entre el resto de los rasgos. La frente era el lugar de la calma de su rostro. Te juro que podía hablar cuando miraba. Esos ojos eran un mar de emociones. No recuerdo el color, es lo de menos, sólo que provocaba remolinos al mirarme. El cabello solía tapar muchos de esos encantos, pero eran un tesoro a descubrir. En realidad, siempre pensaba que esos mechones rebeldes, desobedientes, eran el marco perfecto para el cuadro. Ella los soplaba como quien quiere espantar una mosca. Y le agregaba algo más, sin saber, al espectáculo más bonito. Mirarla. Mirar en silencio. Para qué hablar, si una palabra pretende encapsular un significado? Para qué congelar una sonrisa de ella, llamándola simplemente sonrisa? Como si todas fueran iguales...

De lo vago e indefinido que es el concepto de belleza, me quedo sin dudas con la categoría "belleza para descubrir", que tal vez no resida en los ojos, ni siquiera en el corazón. Creo que vive en la mente de uno, y alquila un cuartito en la memoria.

El mirador

27 marzo 2007


Hay un cuento de Ray Bradbury que habla sobre dos personajes, que uno diría, están por demás salpicados por la mala suerte. A través de muchos años recorren pueblos y ciudades en busca de una nueva vida. En forma de diversos trabajos, van apareciéndoles oportunidades de hacerse ricos, o por lo menos, de darles un brusco cambio a sus vidas. Sin embargo, siempre en el momento menos adecuado, aparece el villano, el maldito que vive de robarles a estos amigos las grandes ideas y hacerse rico gracias a ellos. Como una maldición, los dos tipos devoran kilómetros y kilómetros de caminos para hallar la salvación, sabiendo y resignándose a aprovechar cuanto puedan, ya que inexorablemente, el vámpiro de ideas ajenas llegará para adueñarse de su descubrimiento más reciente. Pasan los años, las rutas, las caras. Siempre llega el ladrón. Un día como cualquiera y en un camino como tantos, encuentran algo maravilloso. Un punto mágico del paisaje, desde el cual (y sólo desde ahí) se puede ver una hermosa ciudad. Majestuosa, atractiva, subyugante, ahí está para los ojos de quien la ve. Felices de haber hallado un punto mágico en el universo, deciden montar un observatorio humilde. Un cartón escrito a mano que anuncia: "Vista panorámica a la gran ciudad, $0,25". Y así se dispusieron a aprovechar el negocio, hasta que llegara el maldito tipo que huele las ideas ajenas. Al costado de la ruta, en el medio de la nada, los pocos viajeros paran para ver la promesa. Con gran asombro, comprueban que cada visitante ve algo distinto. París, El Cairo, Bagdad, Babilonia, Pekín. Cada observador veía en realidad lo que nunca había visto, pero soñaba con ver. Entre los amigos mismos discutían si era Nueva York u otra ciudad. Pero pasadas las horas, sucedió lo inevitable. La oscura presencia del apropiador se hizo patente. Había descubierto el hallazgo, y comprando los terrenos donde estaba el mirador, llegó para tomar posesión. Resignados, los amigos se retiran al auto para compadecerse de su nueva pérdida. El villano trajo consigo un nuevo cartel, más vistoso, y aumentó sensiblemente el precio del espectáculo. A punto de marcharse, notan cómo los clientes se quejan ante el nuevo dueño. Airados, le rompen el cartel y le gritan estafador. Los dos vuelven sobre sus pasos y se dan cuenta que desde el mirador no se veía nada. El ladrón, ofuscado, por primera vez en años se retira vencido. Más dolidos por la pérdida de una maravilla que de un negocio, los dos se quedan mientras se acallan las voces de los clientes enojados. Cae la noche y comienzan a lamentarse por una derrota más. Recién llegada la madrugada, se les ocurre asomarse al mirador. Y comprueban que, contra todo, efectivamente se puede ver. Lo que el observador quiere. Lo que el observador desea, ansía, sueña. Volvieron a poner el desprolijo cartón escrito a mano con el precio de 25 centavos, y se quedaron esperando al primer cliente. Al primer tipo que quisiera ver lo que nunca vio, por sólo 25 centavos. Un soñador, que le dicen. Que por otra parte, no es un arte que pueda practicar cualquiera.

Pensar me mata

22 marzo 2007


*Qué días que estamos viviendo, por dios!. Entre mosquitos que parecen importados de Camboya, andamos haciendo señas espasmódicas en el aire para espantarlos. Lo bueno y tranquilizante del tema es que no son de los que dilean el dengue. Al parecer estos son más benignos y joden nomás pero sin otras intenciones.

*Tal vez estemos asistiendo al famoso cambio climático, profecía que finalmente nos acercaría en el clima al Brasil tropical, pero sin onda, con el humor nuestro de "me va mal, pero ya va a empeorar".

*Para colmo, nos enteramos que la cuenca del Río de la Plata está seriamente amenazada, con una sentencia de muerte a raíz de que día a día, le damos de lo nuestro, lo peor. El informe que presentó al congreso de los Estados Unidos el ex vicepresidente Al Gore, menciona la paulatina desaparición de glaciares en el mundo, pero las fotos de ejemplo son ... argentinas, oh yeah!. Para ser sinceros, no le dan mucha bola, lo recibieron en honor al cargo que tuvo, y por acá no pasará de ser una anécdota más para muchos, porque hay cosas que nos interesan más para discutir.

*En nuestra zona tenemos papeleras, pero deben ser de última generación, y si no lo son, las de Gualeguaychú contaminan más, porque lo dijo una mina que bailó por un sueño, y yo le creo a ella que tiene un culo barbaro, lo conoció a Marce y es re buena porque se la rebanca y fue a Ginebra con un cartel para que todos tomemos conciencia.

*Hay censura! Una periodista se queja de no tener acceso a protagonistas de la realidad candente de nuestro país, pero no se queda de brazos cruzados. Por fin una heroína del libre pensamiento, de la opinión independiente, se le planta al sistema, al monstruo y le grita. Grita su verdad porque quiere que caiga el velo que tapa la realidad. Y lo hace por nosotros. Monta en un helicóptero, sobrevuela el área de desastre y vuelve para contarnos su odisea contra el poder.

Bueno, ahora me voy porque me duele un poco la cabeza, me bajo un par de ringtones de Gran Hermano, un wallpaper de Marley tragándose un bicho en Tilcara y me siento en el living a esperar a que se me pase. Es que pensar, me mata.

Terminales

21 marzo 2007



Los viajes tienen algo de iniciático. El tiempo suspendido, uno atrapado en una caja metálica con ruedas y un camino para devorar, para consumir. La espera hasta la llegada a un punto determinado. Horas que se hacen de goma cuando la ansiedad te come.

Llegamos, terrrrrminal!
, dice el chofer.
Esto es el fin?, aquí concluye todo?. El final del trayecto, eso que le dicen destino, es un galpón con piso de tierra y manchado de aceite.
Para los que van, es el punto de partida, que irónico. Un tipo se encoge de hombros, y se le dibuja en la cara una mueca. Llegué tarde, ni para ver como sacan las guirnaldas.
Como
si me leyeran el pensamiento, alguien me dice -. No, no concluye nada. Es un tipo con un inmenso escobillón. Aquí nada termina ni empieza.Usted creerá que termina su viaje, es su modo de ver. Otros piensan que aquí comienza su viaje, y llegan ansiosos mirando el reloj. Y preguntan de donde sale su micro, tienen miedo de perderlo y desesperan por saberlo todo. Yo, señor, que estoy todo el día, le puedo asegurar que aquí nada empieza ni nada termina, simplemente se repiten las mismas situaciones una y otra vez.
Miro para los costados, y salgo. Huyo, porque no tengo ganas de estar en un lugar donde no sepa a ciencia cierta si algo empieza o termina. En eso, me chistan. Es el mismo hombre, que sigue barriendo sobre limpio. -Eh? adonde va?, pregunta como si le interesara. Al pueblo, le contesto, y me sigo alejando de él. Ahí tampoco comienza nada, me dice, mirando el piso.

Desagüe

20 marzo 2007


No sé si soy yo, o alguien acompaña en el punto de vista.
Lisa y llanamente, estoy harto de tener que hablar por hablar. No me refiero a mi actividad en la radio, ni siquiera a la charla necesaria que se debe entablar por cuestiones de convivencia, y demás. Me refiero a los simpáticos profesionales que uno cruza en la vida, que sin conocernos ni siquiera se toman el trabajo de pensar si tenemos ganas de hablar, y nos abordan con alguna frase.
Qué día, eh? puede ser el comienzo de una disertación acerca del tiempo, y depende de la edad del charlatán, nos enteraremos por medio de una tabla comparativa que los veranos ya no son lo que eran, y fríos eran los de antes. No importa que diga uno, con solo mirarlos, le damos pie para que la catarata de palabras se prolongue. Una cola en el banco, el asiento en el colectivo o cualquier situación en la que debamos esperar, es propicia para estos incontinentes verbales que precisan, si o si, descargar en alguien. Y está claro, no quieren dialogar, quieren escucharse.
He soportado, porque soy corto de carácter, lo admito, gente que ha sido capaz de hablar de conflictos de familia muy íntimos, durante un viaje a Buenos Aires y por el simple hecho de compartir un asiento. Cosas que no le contaría a mi psicólogo (que no lo tengo, pero tampoco le contaría), y ni siquiera a mi abogado (que por ahora, lo tengo en espera).
Será que uno inspira confianza para que le cuenten? Tal vez una cara que subraya cierto rasgo de bondad o paciencia, hacen que se abra la canilla de palabras, no sé. Lo verdaderamente llamativo, es volver a encontrar a esa gente, y uno con el saludo a flor de labios, se queda frizado notando de qué manera no te registran. No! Yo le presté oídos durante horas, asentí con mi cabeza, me hice cómplice de sus pensamientos, para que olvide mi cara a la vuelta de la esquina? Qué decepción.
Qué terrible contarle cosas íntimas a alguien, para luego olvidar dónde depositó una parte de su vida, en forma de confesión.
Aunque pensándolo bien..., que buena manera de sacarse un problema de encima, agobiar a alguien, anónimo, con las cosas de uno, y luego, si te he visto, no me acuerdo. Sigo pensando, y creo que es una manera interesante de vaciar la mochila, aliviar la carga que tantas veces nos agobia. Sería algo así como una "Terapia de Ruleta Rusa", uno sale a la vida sin sospechar que en cualquier momento, puede convertirse en el desagüe del ánimo de un desconocido.
Un motivo más para salir a la calle, a la vida, con la guardia alta.

Babeando por TV

19 marzo 2007



Cuando la vida agobia, escapamos. Como un mecanismo que se pone en marcha solo, algo nos dispara hacia otros lugares. Hablo de la vida particular de cada uno de nosotros y los problemas a los que nos podemos enfrentar. Algunos escapan para siempre, convencidos que la única salida está en el plomo de una bala. Sin llegar a una situación terminal, todos sabemos que podemos huir de otras maneras, más benignas y sin consecuencias irreversibles. Están los que se alejan de lo que no pueden controlar y los que le buscan una vuelta de tuerca. También hay quien analiza concienzudamente el problema, e intenta otras variantes. Hay casos de parejas que, de mutuo acuerdo, deciden darse un tiempo (aunque convengamos que siempre significó posponer lo impostergable), o bien están aquellos que parten de vacaciones para rehacer lo que consideran deshecho. Pero la categoría que me llama la atención es esa que traslada sus emociones hacia otro plano. Los que ponen en stand by su vida, y viven, por decirlo así, a través de un programa de televisión. Congelan su existencia y se mudan prácticamente a la casa de Gran Hermano. Fenómeno que no puede dejar de asombrarnos, a pesar de la gran cantidad de gente que día a día elige ver como duerme o toma sol su participante favorito, en lugar de hacerlo él mismo. Una visita por los foros, blogs y páginas dedicadas al programa, no le dejará dudas a nadie de lo que estoy tratando de contar. Gente que organiza cadenas de mails para apoyar a alguien, para denunciar complots que vieron a la madrugada en algunas de las cámaras apostadas en la casa y que transmiten en la web, defensas encendidas de un participante o ataques furibundos a otros. En conclusión, mucha energía, pasión y ardor, dignos de causas más serias y valederas. Es que nadie les explicó que a un par de metros de la tele hay algo que se llama vida propia? Sin temor a quedar mal con quienes padecen este mal y, a la vez, escuchan el programa, les digo algo: Muero por saber de qué huyen. Me pregunto si cuando termine Big Brother van a empalmar con el programa de Marley. No les dará un toque de abstinencia, con temblores, babeo y convulsiones? Espero que no, sinceramente. Por último, ¡corré a la tele! Seguro que te estás perdiendo como se desperezan o se lavan los dientes...

Rumbo

13 marzo 2007


Hoy pongo la mesa en la puerta. Me tengo que sacar de encima unos clavos. Clavos que vienen de arrastre, y ya no duelen por clavos, molestan de tanto verlos. Qué importa, si en el trance, malvendo alguna otra cosa? El lema de hoy es que circule. Que se mueva. Entradas nuevas para salidas viejas.

Hay un medidor de hartazgo? Lo quiero ya. Preciso medir cuan intensa es mi capacidad de aguante, y cuando salto a la categoría "Resignados", que, calculo, es la próxima a este estado. Fui campeón de la categoría "Resistente", pero ya bajé los brazos.


Todos los demonios que hay que agitar para cambiar el rumbo, ya fueron sacudidos. Es el momento de ver salir el sol desde otro lado.


Me quedo hasta las 4 mirando un "llame ya", pero nadie, creeme, nadie vende brújulas. No preciso un GPS ni quiero tener detectada mi posición en referencia con ningún satélite, sólo quiero una brújula.

Un baldazo de ácido para desfigurar los problemas. No se resuelven pero se desdibujan, y en algo ayuda. Listo. Ya estoy listo. Un, dos, tres, aplausos. Estamos en el aire.

Conversos

12 marzo 2007


El tipo, luego de meditarlo durante un lapso de tiempo, amanece un día y va a buscar el objeto del deseo. Su desvelo, eso que lo pierde y maneja. Con una decisión envidiable, y digna de un musulmán a punto de inmolarse(dicho esto con sumo respeto y a modo de ejemplo), nuestro amigo toma el toro por las astas. Estruja el atado de cigarrillos, toma el encendedor, y los revolea por la ventana. Atrás quedaron años de convivencia, pequeños momentos compartidos y miles de postales juntos. Él y su faso, eternamente ardiendo. Lo tengo que hacer por mí, se dirá con mucha razón. Cierra la ventana, y se toma un té de rosas. Telón, y aplausos. Culmina así una película con final feliz.

Pero, como toda peli de estas épocas, siempre hay segundas partes. Y en este caso, la parte II tiene un argumento muy conocido, el héroe sale al mundo en búsqueda de aquellos que desoyeron
"la palabra", esos infieles que persisten en sus conductas dañinas y esparcen el mal en forma de humo. Lo padecen sus amigos, los compañeros de laburo, y cualquier humano que se cruce en su camino y deba compartir un espacio con él. Como todo tiene un tiempo, estas son las fases más conocidas:

Primero promocionan su proeza.
Viste?, dejé che. No sabés, me siento mucho mejor. Siento más los gustos, (fantástico, así vas a engordar ...) Además, puedo subir una escalera sin cansarme! (buenísimo, un paso más y a las olimpíadas...).

Segundo, buscan compañeros de ruta. Y vos? Por qué no lo intentás? (Porque soy una ameba orgullosa de mi especie!) Dale!, ponete las pilas! Tratá de cambiar un faso por un caramelo... (gracias, en mi horizonte no está concursar en cuestión de peso...)

Tercero, el nuevo no fumador pasa a la acción,
(ya no hay lugar para las sutilezas en esta etapa)Hummm, aquí hay olor a cigarrillo, no pueden abrir las ventanas, porrr favorrr?. Cuando llego a mi casa, tengo que sacarme toda la ropa y colgarla en el patio, porque apesta!

Todos conocemos a alguien así, y el ejemplo típico del ardor de la conversión lo ponen los ex fumadores. Sin embargo, en todos los aspectos de la vida, no hay un fanático mayor que el converso, el que saltó la verja, ese que se pasó de bando.
Ahora bien, qué induce al tipo que dejó un vicio o una conducta reprochable atrás, a propagar y dar testimonio? Alguien dirá por ahí, el amor al prójimo. Y yo digo, no me jodan. No lo creo. Podrá haber alguna excepción, pero en la mayoría de los casos, creo que pretenden hundirnos en su dolor, nos quieren hacer acompañantes obligados de su viaje a la purificación. Y como el sufrimiento se atenúa si es generalizado, nos quieren subir a su barco. Por mi parte, gracias, yo tomo el siguiente, que es diferencial.

Mañana


Con la vista en el reloj, trataba de frenar las agujas. El pasto ya estaba húmedo, brillante, y el cielo encendía por un costado. Cada paso del camino se hacía más pesado, mientras pensaba en una próxima vez. La incertidumbre de desconocer si habría otra vez, fue el fuego y el vértigo. Pero ahora, cuando el tiempo aplasta el pasado, la duda le clava sus agujas más delgadas.

Mirar no es contemplar.
Ahogarse en una mirada es detener el tiempo. Los dos ayudaban manteniendo el silencio más hondo, reprimiendo esas respiraciones que hablan.

Atrás quedaron los relojes que nunca pudieron alcanzar ese momento.

Por una vez, dos le pudieron ganar al tiempo.

Culpa

07 marzo 2007


Un pensamiento cruza solitario las dos cabezas. Sólo un pensamiento. No hay resignación, hay una promesa de lugar lejano, de cielos diferentes.
Posponer no es clausurar, es suspender del aire una promesa cada vez más delgada.
Dónde se corta el hilo, está la mirada que nada puede detener. Las manos atadas a la espalda.
Ya hicimos la mejor parte, ahora es el momento de la espera.


Ella se aparta de la cama, lentamente, dando pasos hacia atrás. No levanta los ojos de esas sábanas.
Tantea buscando la pared, la puerta, el pasillo, la calle.

El se tapa la cara con las almohadas. Mira el techo, y tantea. Enciende la radio, para aturdirse con otras voces, mientras tantea la mesa de luz, los fasos, el encendedor. También se escapa.


Todo está sucediendo en un tiempo distinto. El mundo gira sin saber que pasó. Ignorantes todos de todo, y de esto en particular, actuamos lejanos, salvo dos cabezas que no pueden eludir su pasado inmediato.

Los imposibles suceden, y hasta la luz más lejana, puede quemar.


Arder, arder sin culpas es lo verdaderamente difícil.

Lugares

06 marzo 2007


Meditando estupideces, de esas que uno asimila todos los días, escuchaba a un periodista deportivo rememorar viejas hazañas de Diego Maradona. Sin ahorrar un elogio, lo puso en el cielo, lo elevó al Olimpo, lo bajó a una cancha y lo hundió en el barro de un potrero. Personalmente, comparto y suscribo. Pero, luego pensando en el fútbol en sí, en ese juego que tanto se parece a la vida y que es fuente de alegorías para dar ejemplos sublimes y patéticos, me quedé tildado en el destino y lo que le depara a cada quien. Si a Diego no le hubieran sucedido la serie de vicisitudes, hechos fortuitos y provocados que, finalmente, lo llevaron a ser quien fue, estaría en otro lado. Aquí estarán diciendo -Qué tipo mas pelotudo!, lógico que estaría en otro lado!. Podríamos especular acerca de si seguiría viviendo en Fiorito, si seguiría viviendo con "la Claudia", o peor aún, si seguiría viviendo. No es este el motivo de estas frases. Me asombran otras cosas. Las maneras en que se expresa el destino, a veces con una crueldad sin aparente sentido, u otras con una benevolente sonrisa de "pase, pase"... Como hincha y amante persistente del fútbol, he visto muchos jugadores que obligan a preguntarse ¿cómo llegó este tipo hasta acá?. Y uno contempla un estadio repleto, gente que exterioriza lo más primitivo de sus emociones y se hunde en una marea colectiva de sentimiento compartido, capaz de soportar el clima del Sahara o de la Antártida si su equipo está ahí, y de pronto, un no-elegido, un a todas luces no-apto para ningún deporte, pisa la pelota y se cae. De todos los costados desciende el alud de voces, el tsunami de puteadas de los propios y la gastada de los contrarios. Imposible hacerlo en ese momento, pero cómo no pensar que sucesión de hechos lo puso en el césped del Monumental o la Bombonera? Qué cosas que ignoramos hicieron que un ladrillo sin pasar por el horno se ponga una camiseta de primera división?. No sabemos a quién adjudicarle la broma, y seguimos padeciendo la suerte que tuvo ese hombre de llegar a un puesto de elite, reservado para unos pocos, y no hacerle honor al destino que le tocó. Hay muchos ejemplos, y no será aquí donde sugiramos algún nombre. Sin embargo, siempre al verlos se me cruzará por la cabeza el saber a quién le están robando el puesto, a qué gran jugador le han robado el billete de lotería y hoy le ocupan el puesto. Lejos de la verdulería donde deberían estar, se ponen la 9 titular y no le pueden hacer un gol al arco iris. Qué remis no estará circulando por culpa de alguien que se pone los guantes y no sabe donde está el arco?. Nadie tiene nada asegurado en este mundo y el talento sólo, se ve que nos acerca más al circo que al Colón. Hoy voy a pensar en esa cuestión. Y después, siesta.

La Obra

05 marzo 2007


Desde algún lugar, gritan por volver los que se fueron. Y en el cielo o en el suelo, alguien guía el camino. Nadie grita "Corten!", todo se graba como va. Las desprolijidades son un rasgo de espontaneidad calculado y la letra..., la letra ya está escrita y nadie se aparta . Si alguien abre el parlante, tal vez nos enteremos quién pone la música y quien nos manipula el ánimo. La escenografía es el fondo de todo, un oceáno que es un charco, el cielo más hermoso es cartulina, témpera y nubes de algodón. La vuelta está protagonizada por alguien que nunca se fue, pero que se empeña en esconderse. Los que reciben no se asombran ya por nada, porque saben que tras un amanecer, se oculta, sólo por unas horas, otra noche. Todo es tan perfecto. El mundo de los incrédulos arde en falta de imaginación. Todos viven eternamente, porque no hay verdades que maten ni mentiras que los hieran.

El Sano Ejercicio de la Duda

01 marzo 2007


Hace unos días, estaba releyendo la historia de una inglesa que conoció la abuela de Borges. En realidad, es un cuento de Borges, basado en esa historia verídica. Una inglesa cayó cautiva de los indios, y un guerrero se la adueñó. Tuvo hijos con él, y, la fuerza y la resignación, hicieron que adoptara todas las costumbres de las tolderías, por cierto, muy alejadas de las costumbres que uno cree o le adjudica a una señora inglesa. Por su parte, la abuela de Borges recala en Argentina con otra suerte, y de la mano de un estanciero de esos que de tanto en tanto, vemos luchar por los supuestos derechos del campo.
Cierto día, un soldado presenta a las inglesas, que asombradas, se reconocen a miles de kilómetros de su suelo natal. Y tal vez, a muchos miles más de sus estilos de vida. El asombro mutuo fue cediendo a la curiosidad, a medida que se iba dando la charla. Una, con su lengua muy presente, la otra mezclando términos del araucano con el castellano, y un inglés que debía bucear en su mente para rescatar. Luego del fugaz encuentro, cada cual volvió a su realidad. Dice Borges que la visión de una con la otra, afectó a su abuela de manera particular, llegando a hacerla pensar sobre su vida y el entorno en las pampas del siglo XIX, cerca de la frontera con los indios.

En nuestras vidas se suceden ráfagas de encuentros similares, en los que nos enfrentamos a semejantes, que son más "semejantes" de lo que podemos creer. Que pueden hacernos chocar con realidades que pretendemos evitar, y más aún, que creemos esquivar "in eternum". Y como si pudiéramos congelar conflictos eternamente, nos autoinyectamos sobredosis de sedantes para pasar de largo estaciones que, tarde o temprano, nos van ver bajando.

La británica abuela de Jorge Luis Borges, se horrorizó al saber que una inglesa vivía en un toldo indio, y comía carne a medio asar. Ella habitaba un pueblo recóndito de frontera, lo último de la llamada civilización, con apenas un par de comodidades más que la india inglesa. Creía que estaba muy lejos de la barbarie, hasta que dudó.

No tengo personal trainer para mi cabeza. Por eso se me ocurrió que hoy es un buen día para ejercitar la duda, sobre todo, con aquello que tiene cimientos en nuestra vida. No sea cosa que no nos demos cuenta que el hormigón con que construimos, resulte ser adobe. Digo.

Logia


Nada se le parece a este juego. Uno se siente James Bond, dicen, esquivando trampas, bombas. El vértigo de viajar colgado del helicóptero debe ser verdaderamente excitante. El sigilo que exige, el esfuerzo para ocultar que requiere y la mente trabajando con todo el potencial, lo hacen más interesante para los espíritus osados. Porque se trata de atreverse, de buscar el límite. De trabajar como un relojero, pero en la cuerda floja, y sin red. No es apto para los que sufren el vértigo, ni recomendable para los que esperan en lugar de salir a buscar. Dicen los que saben, que agiliza los reflejos, que mantiene en alerta, e incluso, acelera el trabajo de las neuronas. Debe ser por eso, especulo yo, que mucha gente mayor también lo juega. Sin embargo, siendo un deporte tan difundido, no hay una asociación que aglutine a los que lo practican. Pero es un dato menor. Es fácil de reconocerlos. Más aún, entre ellos se adivinan, se huelen, se presienten. Y hablando de sentidos, he oído historias de gente desesperada por capturar un aroma, una textura distinta, de hacer suya una sensación furtiva, y arriesgar todo por eso. Debe valer la pena. También he oído que al cruzar esa línea entre los practicantes y los profanos, nadie vuelve. Y las cosas de las que uno no puede volver, son las que más tientan. Hoy es viernes. La tentación es grande, y la línea invisible.