Paciencia

21 octubre 2007


Hoy es el llamado a los gritos. A todas las resignaciones pasadas.
No quiero esperar que la lluvia la gaste. Que una ola la arrase o que el viento la esparza.
La impaciencia mastica cada nervio. El domingo amplifica el vacío.
Sin saber, sospecho. Del indicio a la sentencia, mil veces en mil instantes.
Será el llamado de la fascinación? El equívoco de las palabras huecas?
Las frases sueltas que sirven de soga, hoy sostienen. Mañana ahogan.

Toda una noche soñando hoy, cincelando el fantasma que no deja dormir. Rasgo por rasgo, aroma por aroma. El Frankenstein de una mente que se resigna a ser pasado. Arma y diseña. Desea.
Entre la dulce declinación y el ensordecedor pedido. Sólo un segundo toma decir adiós.

Siempre Entendí


El péndulo de la resignación y la rebelión nunca se detuvo.
De la euforia de vivir a escondidas la historia que nunca podría publicar, a llorar ahogada el diario de todas las mañanas. El vaivén siempre presente.
Llenando la bolsa de ilusiones y juramentos. Caminando por veredas separadas, alimentándose de guiños, destellos y cenando la amargura de lo imposible.
Cada día más cerca de nada.
A la luz, los escombros que apenas dan refugio, y el alma bañada de rocío.
Cada amanecer le roba el manto con el que sueña despertar, y me aleja.

Sufro esa piel. Y le imploro memoria.

El Envoltorio

20 octubre 2007


Que sea como debe ser. Un apagón de intenciones. Un corte de suministro de entusiasmo. Una escasez de sorpresa que haga explotar el mercado.
Tal vez deba asistir a la temida extinción de una llama que nunca quise avivar y me aterra que se apague.
El fondo sigue esquivo. El brusco descenso no sorprende ni se detiene. Es vivir con el pecho inflado por el airbag, antes del choque que quizás nunca se produzca. Adrenalina por nada. Catarata de silencios enlazados, juramentos que aseguran el próximo instante y abren el precipicio luego.
Juro que las vísceras se estremecen, que la sangre corre rápido como nunca. Te aseguro que quiero todo, pero desecharía la mitad. Sos el mejor envoltorio que me podría haber regalado el tiempo, pero es inevitable que te abra. Que te prometa que voy a envolverme en vos y sólo cubra mi cadera. Así será. Un orgasmo de culpa inundará el cuadro, y todo se diluirá.