Recaída

22 abril 2008



No había más canciones para que cantásemos juntos.
A mi se me habían terminado todos los trucos.
A ella, todos los encantos.
A los dos, las sorpresas.

Pero.

Aún tenía deseos de esperar que exhalara, para respirar de su aliento.
Aún quería saber del hechizo de no poder salir de una mente ajena.
Ser soñada. Y saberlo.

No.

No hay manera de resistirse al dolor de perder, aún ganando.
Al calor de un pecho inflado de vacío.
A un hilo de frío que recorre el vientre.
A la despedida segura. Al pasaje de vuelta con fecha en blanco.

Caer cíclicamente, no es recaída. De eso estoy seguro.
Como que caigo más de lo que me alzo.

Groupie de cabotaje

11 abril 2008


Para caídas vertiginosas
, y resurrecciones asombrosas, nadie mejor que ella.
Promotora de su propio veneno, aun no conocía el antídoto, por lo que a menudo se pegaba un bajón del cual cada vez le costaba más emerger.
El envase, que tanto la ayudó a sobrevivir, se le empezaba a ajar.
El instinto avisa, pero la razón disfraza. Aún así, comenzaba a percibir que para seguir en ese ritmo, ya no alcanzaba.
De animal deseado y esquivo, a figurín de reparto. De sueño húmedo, a mueble de la decoración de una noche olvidable. Sólo hay tiempo en el medio.
Los encantamientos cada vez le duraban menos. Sin paciencia para llegar al final del truco, la ansiedad le comía un pedazo de alma y le consumía la confianza.
Las historias eran más cortas, los finales siempre calcados. Sin sorpresas, cada noche jugaba a encontrar el mapa del tesoro. Y tarde por las mañanas, las manos ásperas y vacías.

Quién sabe en qué arruga llegará el alma que pueda, al fin, mantener y avivar ese fuego.

Fácil

07 abril 2008



Pensabas que era fácil. Que en algún momento todo termina.
Que el sabor amargo se iba a diluir, que el dolor se iba a mitigar.
Era tan fácil.
Pero el reloj se devoró todo. Volteás la mirada y ya no se distingue ese pasado.

Entonces, qué mierda es este amasijo de tripas, el frío súbito y los latidos que ahogan?
Por qué aún quiero escuchar las mismas palabras?
Qué puta idea es esa de creer que el dolor redime y eleva?
Patear mil calles o quedar suspendido en el vacío, es exactamente igual.
Matar el fantasma es matarme a mi mismo.
Porque ya está dentro. Porque vive aquí dentro.
Sin querer echarlo, lo alimento con la pasión que guarda mi quietud.
Lo cobijo con la más estúpida de las paciencias.
Parado, en pausa.
Hasta el retorno más esperado, puede ser el más temido.