DBD

11 septiembre 2006




Se buscan. Se repelen. Estiran el esfuerzo para no tocarse, y con calculada frialdad, juegan al desinterés. Ell camina con la mirada fugada hacia adelante. El busca el fondo del vaso, donde guardó el coraje. Ella ensaya sonrisas estúpidas en el baño. Se canturrea una melodía. El desespera y desconoce el juego. Se cree de cacería. Un toque más y está lista. El espejo le devuelve lo que quería ver. Le hace una última mueca a su imagen, acomoda el cabello, y sale. El prende un cigarrillo. Siente el mismo calor. Lo aspira, mira la brasa arder, y por un instante pierde la vista en el resplandor. Ella pasa. El sale detrás. Choca con todos, que parecieran conjurados para entorpecer su marcha. Empuja y revuelve la marea de cuerpos. Se alzan mil olores, acuden todos menos uno. Y se desorienta. Se asoma. Mira. Ella se cruza de piernas. y ofrece su mejor perfil. Finge no mirar y mira. Espera paciente. Ya centró la mira. Enfila el rumbo, y comienza a repetirse la frase para abrir el fuego, una y otra vez. Siente como se enerva cada uno de sus poros, el pecho vacío, pero gigante. Enfoca su mirada (la que cree mejor), y su boca va a decir la frase. Ya está. No hay marcha atrás. Ella estira su mano. Lo roza y hace que se estremezca. Que sienta que no domina la situación. Se queda duro, a la espera de otra frase de ella. Hasta que le dice: "¿Te querés sentar?. Estaba esperando a una amiga, pero ya no creo que venga". El olor del miedo y la conquista, se parecen. Creo.

0 Vos dirás...: