08 noviembre 2006


No sé si es orgullo enfermizo, o el calculado descontrol de un sentido. Pero no lo puedo creer. Si aceptara lo que me piden, al único que podría culpar es a mí mismo. Oigo todas las palabras que quiero oir, y sin embargo, no caigo rendido. Es que me abandonan los sentimientos, y mi voluntad no es afecto, es fuerza, pero no deseo. Es tarde. Que nos tape el agua, o nos deje ceniza el fuego. Pero ya es tarde. Tan tarde para culpar, demasiado tarde como para borrar las marcas.

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