Partir

27 noviembre 2007


Bienvenido... no sé si es el momento, pero de hecho, lo es. Estás aquí.

La mesa está despejada. Podés abrir tu mano o esconder las cartas. Será indistinto. No varía para el desarrollo del juego, de nuestro juego.
Si es preciso, podemos detener el tiempo. O desviarlo hacia el pasado que invocás como feliz. Yo elijo anclarme en el presente. Desde aquí me dedicaré a cuidar mi mitad de aquel tiempo.

No pronuncies nada como promisorio. Siempre llegará a mis oídos como frustrante.
Cada siempre que escapó de tu boca abrió un precipicio de nunca.
Fue el inmenso mar de palabras que siempre me ahogó cualquier duda. Hoy, ya no.
Aún lucho para terminar de secar estos huesos, que son lo único que salvé de la travesía.
Pero ya no hay dolor. Es difícil explicar como se consigue anestesiar el alma, a menos que gustes oír la sucesión de piedras que penden de este collar. Sin embargo, y a riesgo de conseguir tu enojo, puedo confesarte que no le has agregado tanto a este calvario. Simplemente arrimaste los últimos granitos para cerrar la cadena. No más que eso.
Pensarás, por qué justo a mí? Con no demasiada astucia, saltarás al siguiente escalón, y te preguntarás... si otros han desolado este espíritu, y yo apenas lo abollé... por qué debo ser el que salde todos los destrozos? Tal vez, si mantengo fija mi vista en vos concluyas (pero no sabiamente), que este papel te ha tocado por ser el último de la fila. El último hombre que llega a estas tierras pensando que todo se hace con nada, y que nada paga lo mucho que cree que da. Gracias por todo, y mientras duró, debo decirte, fue hermoso.

PD: Deberías agradecerme el no haberte dicho que estaba confundida. Tuya por siempre (en aquel tiempo) Verónica.

1 Vos dirás...:

Anónimo dijo...

Que elegante y delicado... en caso de necesitarla, me la cederías? jaja. Muy buena, señor