Siempre Entendí

21 octubre 2007


El péndulo de la resignación y la rebelión nunca se detuvo.
De la euforia de vivir a escondidas la historia que nunca podría publicar, a llorar ahogada el diario de todas las mañanas. El vaivén siempre presente.
Llenando la bolsa de ilusiones y juramentos. Caminando por veredas separadas, alimentándose de guiños, destellos y cenando la amargura de lo imposible.
Cada día más cerca de nada.
A la luz, los escombros que apenas dan refugio, y el alma bañada de rocío.
Cada amanecer le roba el manto con el que sueña despertar, y me aleja.

Sufro esa piel. Y le imploro memoria.