Vacaciones Permanentes

03 febrero 2007


Cuando uno era solamente un alumno, sin más obligaciones que asistir a clases, las vacaciones eran un gran espacio, un inmenso momento del año en el cual sucedían cosas que no tenían oportunidad de plasmarse en otra época. Eran el momento que ni se pensaba en junio, el que comenzaba a vislumbrarse en septiembre y desesperaba en diciembre. En realidad, todo resultaba un inmenso combo de actividades repartidas en tres meses que, por cuestiones de edad, uno creía interminables. Y cuando promediaba febrero, uno comenzaba a sentir la cercanía de la obligación, lo ominoso de la inmediatez de las clases. Recuerdo las siestas interminables, el grito del heladero que pasaba todos los días, y hoy me doy cuenta, ¿qué sentiría ese pobre hombre, pedaleando a las 3 de la tarde, arrastrando ese cajón con hielo seco por calles desiertas?. En fin...
Pero los mejores recuerdos míos siempre tienen clima veraniego. No sé por qué, ya que detesto el calor. Pero en mi memoria hay ciertos momentos que exclusivamente los pude vivir durante el verano, fuera de nuestra ciudad, o sea, lejos del marco habitual de mi vida. Y seguramente por eso queden marcados algunos recuerdos, calles, situaciones y rostros que en la mayoría de los casos, no se vuelven a ver.
Ya adultos, qué distinta es la situación cuando nos referimos a las vacaciones!. Son un espacio más reducido, estrecho, un permiso que nos otorga un tercero para descansar de él y su entorno. Y rogá que te alcance ese tiempo para exorcisar todas las cosas que te agobiaron durante 11 meses y medio. Así se convierten en un momento más valorado, y, pienso yo, más fructífero para los recuerdos y vivencias. Las primeras vacaciones sin nuestros viejos suelen ser inolvidables. Vivir por las de uno, con amigos o con nuestra pareja, hacen que esas vacaciones te acompañen de por vida.
De todas mi vacaciones, recuerdo unas con profundo cariño. Son las vacaciones que sigo soñando, y sin tener una foto siquiera, las recuerdo muy vívidamente. Es probable que el paso del tiempo logre tamizar los recuerdos, redondée aristas y modele algunos situaciones, sin embargo, de buenos recuerdos también se vive.