Mingitorios

07 diciembre 2006


Cómo se hace?, eh?. Se consigue algún plano en los kioscos de revistas?, hay una guía "paso a paso" en Internet?. Tal vez den cursos en un instituto, o en una sociedad de fomento..., ya sé, lo busco en Google?. Basta, basta, por dios!.
Le perdí la cuenta a tantas preguntas, por eso, opté por escapar hacia el baño. Me levanté y puse proa hacia el cartel de "Hombres". Como una pesadilla recurrente, el tipo me siguió hasta el baño y persistía en sus interrogantes, para taladrarme el cerebro con su historia trillada de -laquieroperonolapuedoolvidar-.
Es un lugar común el charlar esas y otras cosas relacionadas con mujeres, en los baños de bares. Si uno lo piensa fríamente, resulta grotesca una charla de hombres de mingitorio a mingitorio. Uno que habla, otro que escucha, y los dos mirando la pared, las bolitas de naftalina, observando de refilón a quienes entran, todo mientras se alude a una mujer, que difícilmente nos tome en serio si pudiera asomarse a semejante cuadro. Por suerte para todos, eso les está vedado en la mayoría de los lugares, y el día que una mujer entra al baño mientras el hombre hace uso de las instalaciones, ése es el día donde cayó el último bastión de su intimidad. Pero ese es otro tema.
Volviendo al amigo que penaba, prosiguió largo rato explicando la imposibilidad de olvidarla. Hasta que otro amigo se acercó y le dijo: Yo te advertí como era la mina, pero vos no quisiste escuchar... y no me digas que no te acordás, porque sino, me das la razón en otra cosa, nunca escuchás a tus amigos. Silencio, incómodo pero aliviador silencio. El que no olvidaba se fue del baño, y nos dejó callados. Al rato, el otro me dice: Nunca le dije nada, pero como lo callé, eh?.
Siempre será mejor un amigo que se harta de escuchar, que otro que hace que te escucha. Para mí, un campari con tónica.

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