Rara belleza

28 marzo 2007


Era de una belleza extraña. No, no me malinterpretes. No era fea. Si, ya sé, siempre solemos hablar con vueltas y piruetas, pero esta vez no. Era verdaderamente linda. Tenía el rostro que uno mira y quiere seguir mirando, porque descubre curvas, sombras, lugares suaves, costados con carácter. Y no puedo explicarte si en el trance de seguir descubriendo esa cara, te miraba. Una mirada serena posada en uno cuando se está en la exploración de la belleza... Tenía una nariz muy perceptible, de trazo firme, que no se desdibujaba entre el resto de los rasgos. La frente era el lugar de la calma de su rostro. Te juro que podía hablar cuando miraba. Esos ojos eran un mar de emociones. No recuerdo el color, es lo de menos, sólo que provocaba remolinos al mirarme. El cabello solía tapar muchos de esos encantos, pero eran un tesoro a descubrir. En realidad, siempre pensaba que esos mechones rebeldes, desobedientes, eran el marco perfecto para el cuadro. Ella los soplaba como quien quiere espantar una mosca. Y le agregaba algo más, sin saber, al espectáculo más bonito. Mirarla. Mirar en silencio. Para qué hablar, si una palabra pretende encapsular un significado? Para qué congelar una sonrisa de ella, llamándola simplemente sonrisa? Como si todas fueran iguales...

De lo vago e indefinido que es el concepto de belleza, me quedo sin dudas con la categoría "belleza para descubrir", que tal vez no resida en los ojos, ni siquiera en el corazón. Creo que vive en la mente de uno, y alquila un cuartito en la memoria.