Culpa

07 marzo 2007


Un pensamiento cruza solitario las dos cabezas. Sólo un pensamiento. No hay resignación, hay una promesa de lugar lejano, de cielos diferentes.
Posponer no es clausurar, es suspender del aire una promesa cada vez más delgada.
Dónde se corta el hilo, está la mirada que nada puede detener. Las manos atadas a la espalda.
Ya hicimos la mejor parte, ahora es el momento de la espera.


Ella se aparta de la cama, lentamente, dando pasos hacia atrás. No levanta los ojos de esas sábanas.
Tantea buscando la pared, la puerta, el pasillo, la calle.

El se tapa la cara con las almohadas. Mira el techo, y tantea. Enciende la radio, para aturdirse con otras voces, mientras tantea la mesa de luz, los fasos, el encendedor. También se escapa.


Todo está sucediendo en un tiempo distinto. El mundo gira sin saber que pasó. Ignorantes todos de todo, y de esto en particular, actuamos lejanos, salvo dos cabezas que no pueden eludir su pasado inmediato.

Los imposibles suceden, y hasta la luz más lejana, puede quemar.


Arder, arder sin culpas es lo verdaderamente difícil.