Terminales

21 marzo 2007



Los viajes tienen algo de iniciático. El tiempo suspendido, uno atrapado en una caja metálica con ruedas y un camino para devorar, para consumir. La espera hasta la llegada a un punto determinado. Horas que se hacen de goma cuando la ansiedad te come.

Llegamos, terrrrrminal!
, dice el chofer.
Esto es el fin?, aquí concluye todo?. El final del trayecto, eso que le dicen destino, es un galpón con piso de tierra y manchado de aceite.
Para los que van, es el punto de partida, que irónico. Un tipo se encoge de hombros, y se le dibuja en la cara una mueca. Llegué tarde, ni para ver como sacan las guirnaldas.
Como
si me leyeran el pensamiento, alguien me dice -. No, no concluye nada. Es un tipo con un inmenso escobillón. Aquí nada termina ni empieza.Usted creerá que termina su viaje, es su modo de ver. Otros piensan que aquí comienza su viaje, y llegan ansiosos mirando el reloj. Y preguntan de donde sale su micro, tienen miedo de perderlo y desesperan por saberlo todo. Yo, señor, que estoy todo el día, le puedo asegurar que aquí nada empieza ni nada termina, simplemente se repiten las mismas situaciones una y otra vez.
Miro para los costados, y salgo. Huyo, porque no tengo ganas de estar en un lugar donde no sepa a ciencia cierta si algo empieza o termina. En eso, me chistan. Es el mismo hombre, que sigue barriendo sobre limpio. -Eh? adonde va?, pregunta como si le interesara. Al pueblo, le contesto, y me sigo alejando de él. Ahí tampoco comienza nada, me dice, mirando el piso.