Desde Arriba

01 diciembre 2006


No sé si uno es iluso por naturaleza, o lo hace para pasarla mejor, cuando ya recibiste una buena dosis de palizas en forma de experiencia. Lo cierto es que la palabra "iluso" tiene su raíz en ilusión, y cuan diferente es creer a "dibujarse" un sueño. Amoldar un sueño a las posibilidades propias de concretarlo, sin esfuerzo, sin dolor y con una intervención mágica, digamos, que resuelva por nosotros lo que no podemos desatar en la realidad, no es soñar, es lisa y llanamente mentirse.
Cuánto se desea algo, verdaderamente, si no se es capaz de quebrarse una uña, al menos, en el intento?. Cuánto se aprecia un logro si no se derramó una lágrima, sino se vació el pecho o no se nos anudó el estómago en algún tramo del camino?. Si subimos una montaña por la aerosilla, tendremos alguna que otra bonita foto, y será un recuerdo amable de viaje, que quedará al tiempo arrumbado en un álbum, en alguna vieja caja de zapatos. Distinto será el sentimiento de quien escaló la montaña. Podrá alguien decir que escalar una montaña es subir una pendiente prolongada. Si, es un plano inclinado, al fin y al cabo. Me importa un catzo. Es el valor de lo que me costó, el empeño que le puse, el dolor que me desgarró y el placer que me gané. Montañas para escalar hay miles a la vuelta de la esquina. Están las que desafían, las que uno ignora porque no las siente a su altura, y las que uno fija como meta luego de haber podido treparse a otras cimas. Pero para cada montañista, está su desafío. Para cada uno hay un sueño y cada quien elige, trepar o aerosilla. Soñador o iluso.

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